El coste de una rebaja fiscal en combustibles

Bajando los impuestos no se resuelven todos los problemas, especialmente los que no se deben a la política fiscal. Ahora bien, tampoco es cierto que cualquier problema tenga siempre dos soluciones alternativas, subir algún impuesto o crear uno nuevo. Además, antes de acometer cualquier modificación de los impuestos es muy recomendable, pero mucho, echar unos números, aunque sólo sean aproximados.

El debate sobre los impuestos a los combustibles se está caracterizando precisamente por no cumplir casi nada de los principios de Perogrullo del párrafo anterior. Veamos, el precio de gasolinas, gasóleos, gas natural y electricidad, que ya era alto hace unas semanas, se ha disparado como consecuencia de la invasión de Ucrania por parte del ejército de Putin. Por ir a la parte más sencilla, como importamos todo el crudo petrolífero, al aumentar su precio, también aumentan, por supuesto, el precio de los combustibles.

 

Esto supone más ingresos por impuestos para el Estado, aunque menos de los que se cree. La razón es que un litro de gasolina o gasóleo paga un impuesto especial por cada litro, así como un 21% de IVA sobre el precio antes de impuestos, lo que incluye el importe del propio impuesto.

El importe del impuesto especial se paga por litro y asciende a 37,9 céntimos por litro de gasoil, y a 47,629 céntimos por litro de gasolina, con independencia de su precio.

El aumento de precios, la inflación, efectivamente «infla» los ingresos por impuestos, pero sólo si la base de los impuestos es monetaria. Si no lo es, entonces en términos reales, el Estado acaba recaudando menos. Por otra parte, tengamos en cuenta que los impuestos especiales llevan sin cambios desde 2016.

Aunque, también es cierto que en los presupuestos de 2018 se incluyo el tramo autonómico del impuesto autonómico sobre hidrocarburos en el impuesto estatal, y se hizo por el máximo, por lo que en varias CCAA subió el impuesto.

Incluyendo el IVA, y tomando como referencia el gasóleo de automoción, el combustible más utilizado con diferencia, ¿aumenta el porcentaje de impuestos cuando sube el precio? Aunque quizás le parezca sorprendente, el porcentaje de impuestos se va reduciendo conforme sube el precio. Así con el gasóleo a 1,18 euros se pagaba un 49% de impuestos, que corresponden a 37,9 céntimos de impuesto especial y 20 céntimos de IVA. Esto era con un litro de gasóleo, antes de impuestos, a 60 céntimos. Si ahora se duplicase, y pasase a costar 1,2 euros antes de impuestos, entonces el precio después de impuestos pasaría a ser de 1,91 que pagaría el consumidor. En este caso, el impuesto especial no varía, pero el IVA pasa de 20 a 33 céntimos. Ahora, el porcentaje de impuestos en cada litro cae del 49% al 37% del precio de venta.

En 2021 el precio medio de venta al público, según datos de la CNMC fue de 1,18 euros. Si ahora el precio se mantuviese en 1,91 euros, el incremento del precio sería del 61,8%, pero el Estado sólo percibiría unos 13 céntimos más de IVA por litro. El consumo anual de litros de gasolina y gasóleo, en 2018 y 2019 fue algo superior a 34.000 millones de litros, según datos de la Agencia Tributaria. Si se mantuviese el consumo, que debería caer muy ligeramente, estamos hablando de un aumento de recaudación anual en el entorno de 4.400 millones de euros al año, lo que equivale a unos 370 millones de euros al mes.

Si el IVA pasase al tipo reducido del 10%, entonces la recaudación, en lugar de aumentar, caería. En este caso, al precio, antes de impuestos, de 1,2 euros, en lugar de recaudar 33 céntimos por litro, se pasaría a recaudar 15 céntimos, y el precio debería pasar de 1,91 euros a 1,74 euros, si los comercializadores y distribuidores no aprovechasen para quedarse una parte de la rebaja. El coste aproximado anual de una rebaja de este tipo sería de unos 6.000 millones de euros, cerca de 500 millones al mes.

En cualquier caso, para efectuar una rebaja en el IVA hay que solicitar permiso a la Comisión Europea. También habría que hacerlo si se quiere reducir el impuesto especial de una forma mínimamente significativamente, especialmente en el gasoil, porque estamos muy cerca del mínimo de la directiva: tenemos unos impuestos sobre combustibles entre los más reducidos de Europa.

En mi opinión, una rebaja fiscal, que no puede ser permanente, sólo tiene sentido si el aumento del precio del crudo es temporal. Si es estructural, habría que adaptarse a unos precios mayores consumiendo menos y utilizando fuentes alternativas. No es nada fácil. Pensemos que, en 2020, el consumo de gasolinas y gasóleos sólo cayó un 15% respecto a 2019 pese a un cierre de la actividad y el transporte como nunca hemos vivido. Pero, a muy corto plazo, hay que evitar que la inflación energética se consolide, y que se siga trasladando, vía costes, al resto de productos y servicios. También hay que evitar que muchas actividades dejen de ser viables de un día para otro.

Por eso, habría que actuar con rapidez, especialmente a nivel europeo, para evitar, también que se fragmenten mercados ante medidas unilaterales de los gobiernos nacionales. Nos enfrentamos a un shock de oferta que nos empobrecerá, pero una respuesta rápida y adecuada puede mitigar algunos efectos a un coste, que no es cero, pero que podríamos asumir. Es a todo lo que podemos aspirar.

Noticias de Francisco de la Torre Díaz (eleconomista)